LA INCLUSIÓN NO SELECCIONA, LA SELECCIÓN NO ES JUSTA

Hace unos días se anunció el deseo del actual gobierno de cambiar la forma de postular a las escuelas, volviendo a reponer la calificación como un elemento de selección, dando el valor de la calificación como el “mérito” que tiene el alumno o alumna hacerlo más “elegible” para la escuela que desee, en decir los que obtengan mejor calificación tendrán más posibilidades de entrar al colegio que elian (que obviamente serán los colegios con mayor demanda por calidad, resultados, ubicación, etc.). Lo realmente extraño es querer presentar esto como un acto “JUSTO”, diciendo que ahora la  ADMISIÓN es JUSTA, queriendo como bajo un acto extraño reinventar las definiciones de las palabras, la inclusión no puede admitir un criterio de selección, la inclusión bajo ninguna perspectiva puede tener elementos de exclusión y cuando se  usa este argumento se recurre a la palabra “mérito”, dando a entender que el alumno con buenas calificaciones tiene mayor mérito y debe premiarse y no castigarse, pero realmente ¿una calificación es “mérito”?, por cierto la mirada clásica de la escuela considera la calificación  como el elemento central y único para definir el éxito de un alumno, pero hoy nos enfrentamos a una forma de entender la escuela diferente, en que postulamos la diversidad como un valor central en los procesos de planificación, enseñanza y desarrollo de los procesos educativos en nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, comprendiendo la educación más allá de una calificación, vista como un proceso de vida escolar-aprendizaje. Pero hoy la puerta que estaba abierta se hace estrecha para algunos y para otros simplemente se cierra por no tener ese “mérito”.

Mérito, del latín meritum, es la acción que convierte a una persona en digna de un premio o de un castigo. El mérito es aquello que justifica un reconocimiento o un logro o que explica un fracaso. En definitiva la versión que se da bajo la mirada de la ADMISIÓN JUSTA es la de dar un premio a quién tiene mérito, pero indirectamente castigo al que no (tal vez con la intención de motivarlos a que tengan ese mérito que premia), pero una calificación demuestra realmente ser digno de una recompensa o premio, analicemos de fondo:

Un niño que debe caminar todos los días a la escuela uno, dos o más kilómetros y que obtiene calificaciones promedio y a pesar de las dificultades, del clima, de la distancia sigue asistiendo a la escuela ¿no tiene mérito?, bajo esta mirada de la calificación NO.

Una niña que es hija de padres que trabajan todos los días por un sueldo mínimo y que poco tiempo de calidad pasa con ellos, que debe solucionar sus tareas y dificultades en la escuela e incluso apoyar a sus hermanos y tiene calificaciones promedio, pero aun así sigue asistiendo a la escuela, bajo esta mirada de la calificación NO tiene mérito.

Un joven hijo que vive con su madre que trabaja todo el día, que no tiene muchos amigos, que sufre de bullying en la escuela, pero no cuenta todo lo que le pasa y además va todos los días a la escuela y tiene calificaciones promedio, bajo esta mirada de la calificación NO tiene mérito.

Un adolescente con autismo que tiene dificultades en aprender por la forma en que le enseñan, porque las adaptaciones no han sido adecuadas ni pertinentes, pero aun así obtiene calificaciones promedio y a pesar de lo difícil que es la interacción con sus pares y los adultos sigue asistiendo al colegio, bajo esta mirada de la calificación NO tiene mérito.

Una niña que es cuidado por su abuela, con padres alcohólicos o privados de libertad, que aun así van todos los días a la escuela, con una calificación promedio, bajo esta mirada NO tiene mérito.

¿ESTOS ESFUERZOS NO CUENTAN?

ley de inclusion no es justa

Y así podríamos describir una gran cantidad de historias, por no decir todas las historias de cada niño, niña, adolescente y jóvenes que día a día asisten a la escuela, llevando su mérito, su principal mérito, ser niños que tienen el derecho a recibir la mejor educación posible de parte de un Estado que se ha comprometido a velar por sus derechos, en que bajo ninguna circunstancia se le podrá discriminar, excluir o quitar por alguna de sus características, capacidades, raza, nivel socioeconómico o cualquier otro elemento, pero hoy la nota si se justifica bajo la mirada del mérito, pero es un argumento que excluye.

Algunos pensarán que hay muchos que tienen historias similares y aun así tienen buenas calificaciones, pero en qué medida esto es porque están en la escuela que funciona para ellos, porque han tenido oportunidades, porque el contexto los ha apoyado ¿o de verdad pensamos que hay niños superiores a otros?, ¿qué sentido entonces tendría educar?, hoy lo que marca la diferencia en el proceso de vida de una persona es su educación, no su calificación.

Hoy los niños y niñas tienen un gran mérito que es ser ellos y por eso pueden asistir a la escuela que deseen más allá de sus calificaciones.

Tal vez deberíamos hacer un llamado a los profesores y profesoras a colocar siempre buenas calificaciones y así todos los colegios tendrían los recursos necesarios para ser las escuelas de excelencia de las que presume un sistema que dice que eligiendo a los mejores logra tener los mejores resultados…algo obvio y sin sentido.

La exclusión nunca será justa, aunque quieran hacerlo parecer, podrán repetirlo mil veces y hacer grandes campañas, pero la selección es injusta y excluyente, todos los esfuerzos de nuestros hijos e hijas cuentan para elegir su escuela.

Leonardo Farfán
Director Fundación AMAsperger

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